sábado, 13 de agosto de 2011

Aquellos asquerosos macarrones de las colonias.

La vida es como un restaurante sorpresa.

Te sientas en la mesa, a modo de conejillo de indias, sin saber con qué te vas a encontrar.
En ocasiones te ofrece platos muy ricos y postres que repetirías una y otra vez.
Pero no siempre se tiene tanta suerte. 
Otras veces te obliga a comer platos desagradables, a ingerir situaciones que tú no has pedido al camarero. 

Toca aguantar la respiración y tragar.






4 comentarios:

  1. ¿Ves? Por eso no fui a colonias hasta el bachiller...
    Siempre imaginé que sería complicado aguantar algo así sin poder beber...

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué entrada más bonita! super tierna y super real :)

    Por no hablar de la foto... :P

    ¡Un besito Lidia!

    ResponderEliminar
  3. Hay mucha razón en esas palabras y como bien dices hay que tragar todo lo que te pongan en el plato pero eso hará que te des cuenta de que el restaurante no es bueno... Pero como un mal restaurante también los hay buenos y seguro que tras ese malo, irás a los mejores restaurantes de la ciudad...
    Pero mientras tanto hay que aguantar esos malos platos hasta que se pueda pagar e ir a los otros...

    Un besote enorme Lidia!! Muackkkkkk

    ResponderEliminar
  4. Un saludo cordial desde Suecia!

    ResponderEliminar