domingo, 18 de agosto de 2013

Hoy trataré un tema al azar pero podría ser cualquier otro: el ORGULLO.

Normalmente nos empotramos con la realidad cubiertos de lubricante. Bueno, a veces nos estampamos sin él. Y es mejor la segunda opción porque duele más pero el golpe es tan severo que despiertas rápidamente. Es lo que se llama coloquialmente 'darse una buena ostia'. Dicen que gracias a éstas se aprende, yo pienso que también se aprende a base de leer o escuchar palabras inesperadas llenas de frialdad. Éstas te encapsulan el corazón.

Luego es cuando aparece el maravilloso orgullo. Hay días en que no soporto leer en Twitter frases 'célebres' de este estilo:

'Si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo'. (Dante Alighieri)

'Nuestro carácter nos hace meternos en problemas, pero es nuestro orgullo el que nos mantiene en ellos'. (Esopo)

'El orgullo engendra al tirano. El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos, remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males, del que no hay posibilidad de salir'. (Sócrates)
Etc, etc, etc,...
  
Pues qué queréis que os diga. Creo que a veces el orgullo se convierte en un compañero residual más que aceptable: es todo lo que te queda cuando te han hecho sentir tan especial como una mierda.

Además el orgullo ayuda a reconfigurar nuestras sinapsis neuronales de cara a reconducir el futuro y no estancarte en el chasco. Al principio la debilidad está por encima de él, le va ganando por goleada, le juega malas pasadas, le hace la zancadilla para hacerte rebobinar,... Pero tras un período de tiempo indeterminado (preferentemente corto) el orgullo se acaba interponiendo de forma sistémica y acaba ganando terreno a cualquier amago amoroso. Entonces se convertirá en tu voz interior y hará un random con frases como: 'No seas gilipollas, ¡con lo que yo valgo!, ¿pero qué se ha creído?, ¡que le den!, etc'.

Y así irán pasando los meses, las semanas, los días o, con mucha suerte, las horas siguientes al shock emocional.

El orgullo es el antídoto al desamor, al desencanto, a la decepción. Así que no debe ser tan malo. Llegará un momento en el que dejará de sernos útil porque los sentimientos iniciales habrán mutado, el dolor habrá desaparecido y ya sólo quedará la indiferencia, incluso a veces el cariño.

El orgullo es tan humano y tan irracional como enamorarse o sentir celos, conceptos etéricos que se escapan de nuestro control. La vida de por sí es incontrolable: sentimos sin premeditación.

Espero que Neruda se equivocase al decir: 'Es tan corto el amor y tan largo el olvido'.

Escribiendo...

Orgullo dice: '¡El olvido también será corto!'

jueves, 8 de agosto de 2013

Puede que Jesús fuera yogui.

Hoy he leído que Jesús era yogui, que después de la crucifixión sus discípulos viajaron a los confines del mundo a compartir sus enseñanzas y que después el héroe regresó a las montañas de la India donde murió.
En otro momento de mi vida me hubiese reído de esas afirmaciones extraídas de la obra de Könchok Puma, pero ahora ya nada me sobresalta. Ahora creo que todo es posible.
Últimamente mi mundo mental se desdobla demasiado y cada una de sus partes se multiplica. Todo se me presenta tan surrealista que a veces dudo de si el vaso de agua que acabo de beber era alguna substancia alucinógena.
Dicen que me subo mucho por las ramas de la espiritualidad, que me hago demasiadas preguntas retóricas, que la metafísica es el placebo para mis problemas y que me resultaría más útil limitarme a vivir bajo los dictámenes del mundo materialista. Me hablan con la ciencia como bandera, esa que ejerce el monopolio de la razón aunque a veces no la tenga.
No saben que son ellos los que tienen un ángulo de visión limitado. Por ejemplo, no todo el mundo es capaz de ver el arcoíris: depende del lugar en el que te ubiques. Pero desde mi angosta localización puedo distinguir toda la escala cromática, desde el negro azabache más infernal hasta la blanca luz. Todo depende de si la luna de turno provoca marea en mi 80% de agua. Al fin y al cabo nuestro traicionero satélite manda sobre nuestros sentimientos y éstos mandan sobre nosotros.
A veces nos rodeamos de neblina y humo y esperamos a que aparezca alguien que nos airee y, así, nos rescate. Entonces llega un profeta con el mejor consejo del mundo y lo condensa en unas pocas palabras sin necesidad de retórica, es alguien que no necesita la medicina para ser un experto en diagnosticar problemas cardíacos, alguien que de forma desinteresada y virtuosa te rescata de las aguas turbulentas y del humo gris para hacerte saber lo importante y especial que eres. Y sin esperar nada a cambio.
Puedo decir con total convicción que no todos los héroes salen en los libros. Ah, y puede que Jesús fuera yogui.