Te sientas en la mesa, a modo de conejillo de indias, sin saber con qué te vas a encontrar. En ocasiones te ofrece platos muy ricos y postres que repetirías una y otra vez. Pero no siempre se tiene tanta suerte. Otras veces te obliga a comer platos desagradables, a ingerir situaciones que tú no has pedido al camarero.
Hay días que no merecen una entrada en un blog. No merecen una fotografía ni son dignos de mención. Son días que retuercen por dentro, que nublan el alma, que estrujan y exprimen. Son días para no escribir más de cuatro líneas en un blog y para desear un fast forward en el tiempo.